La verdad es que sí. Ha cambiado todo tanto...
Ya se me han olvidado las horas libres que compartíamos como tradición, el tiempo muerto que pasábamos juntas haciendo portes de Fama, creyéndonos Mery y confiando en que ahí fuera, más allá de la flor de colores sobre la que imaginábamos bailar, un Hugo nos haría saltar como en Dirty Dancing.
Te hablo de cuando éramos primerizas en pintarnos los labios de rojo, cuando las motos nos paseaban en pijama por todo el pueblo para comprar cualquier cosa en 'La Tiendecita'.
De cuando se fumaba en los bares y cada una disfrutaba sacando su paquete escondido de dentro del bolso.
De cuando nos perdíamos en el metro y nos moríamos de la risa al pasar por Pitis. "Próxima estación Tribunal, correspondencia con Pacha".
¿Te acuerdas cuando tres horas en el coche daban la posibilidad de arreglar el mundo?
Te hablo también de dormir en el jardín, con una linterna, mantas y cerveza. Despertarnos con tostadas para diecisiete, intercambiarnos la ropa, perderla y hacernos las locas...
Te hablo de quedar a las 4 de la tarde, de montar un cine de verano para ver juntas Los Hombres de Paco. De mostrar nuestras impresiones, y de confesiones entre hamacas.
De vivir por todas tus compañeras, y por ti la última. De maquillarte con las pinturas de la otra y arreglarte en su baño porque "su plancha es la mejor".
De decirnos las cosas como las pensábamos y hacer pactos de sangre, de verdad.
De no tener vergüenza y de quitársela a quien le hiciese dudar si salir o no del coche para saltar.
De cortar fuet a las 6 de la mañana, y de no poderte quitar el rimmel de la cara de tanto llorar de la risa.
Te hablo de cuando creíamos ser mayores y de lo que ahora nos encantaría ser pequeñas...
De crecer, de recordar, de los 'teen',