sábado, 17 de febrero de 2018

¡ATENCIÓN! Tristeza generalizada

Una noche con amigos me ha bastado para darme cuenta de que la tristeza se nos está yendo de las manos. Las prisas, la rutina y la niebla por las mañanas nos están consumiendo. Poco a poco, lentamente, como la trucha al trucho (eso aquí no era).

Acabo de conocer que hay alarmas que no se apagan hasta que hagas bien una multiplicación. ¿Alguien me puede explicar esa mierda? ¿Así quién se va a despertar con ganas? Es como si yo ahora te digo: ‘15x40’.

Que cuando te preparas las tostadas ya tienes enchufada la plancha y los cinco minutitos de más en la cama te sirven para pensar qué te vas a poner hoy. 

Que cuando estás rodeado de gente te sientes pequeño, y cuando nadie te acompaña  te falta el aire y se te hace ese nudo en la garganta que, al final, se deshace entre lágrimas.

Qué pena.

Y lo tienes todo.

Pero no te vale nada.

Y no te vale nada porque no puedes parar de comer. Lo que sea. Donde sea. Pero ya.

Que de tanto intentar minimizar tus preocupaciones las acabas haciendo grandes, mucho más de lo que te ha dado de sí la bata. 

  • Ah, ¿pero que tienes bata?
  • De cuadros y granate.



¿Puede oler más a domingo todo esto?

Lo único que nos hace fuertes es la compasión.

Qué pena (bis)

Y esperas un consuelo. Y Consuelo se te va a Londres, que allí pagan mejor. Se vive mejor. Y puedes perfeccionar tu nivel de inglés. 

Y tú aquí, esperando el billete a California. 

  • ¿’Cali’ qué?


Calimero. 

Blanco y negro. 

Pero más negro que blanco. 

Nos hemos quedado sin colores. Y los lunes ya no hay OT.

“Buah, qué horror”

Por favor, era 600. Ponlo ya. Esta alarma no para de sonar.

Así no puedo soñar.





No hay comentarios:

Publicar un comentario