domingo, 12 de noviembre de 2017

Sin cartas

Otra vez he vuelto a abrir el buzón, me ha costado girar la llave de todo el polvo que había guardado. Y no había nada. Ni rastro de ti.
Pensaba que, igual, aunque ya nadie escriba cartas, tú me dejarías un papel diciendo que aún te acordabas de mí. Miré hasta en las esquinas del folleto que anunciaba congelados, por si  al pasar por delante de mi casa no hubieses tenido nada a mano para dejar constancia... y no.

Recordándote he llegado hasta olerte como si te acabases de sentar al lado, y en los tiempos libres de aeropuertos he recorrido todos los pasillos del Duty Free para echar tu colonia en trocitos de cartulina blanca y llevarte así conmigo. Podrías añadir dos o tres sellos más en tu pasaporte.

Creo que no puedo contar las noches que te has colado en mis sueños (y en mis pesadillas). Ni las veces que he vuelto a cerrar los ojos a ver si ese obseso director me mostraba de una vez cómo acababa la historia.

Te he visto en las espaldas de mucha gente que, al girarse, se reían viendo cómo temblaba, porque no eras tú. Y es que muchas veces salía por ver si la casualidad quería que me encontrase contigo. Pero a mí esa nunca me ha regalado nada.

Jugando a imaginar, me he subido a un escenario lleno de gente sólo para dedicarte canciones. Esas que aparecen de repente y me vienen a hablar de ti.

Pero qué más da. Son cosas que nunca pude decirte, ya ves, como si a mí alguna vez me hubiese faltado valor... Si supieses la de veces que hemos estado a unos pocos metros de distancia... con cuatro o cinco paredes de por medio. Quizás podría haber aprovechado ahí, te tenía tan cerca... pero fui antes a abrir la razón. Y no había nada. Ni rastro de ti.




No hay comentarios:

Publicar un comentario